Las ciudades están vivas y en constante transformación:
nuevos edificios, nuevas calles, nuevas personas, barrios y espacios públicos
que cambian de vocación; desastres naturales que nos hacen detenernos y pensar
mejor qué clase de ciudad queremos.
En el tema de movilidad, cada persona tenemos nuestro propio
punto de vista, basado en nuestros trayectos y modos de transporte. Así, una
persona que camina no coincidirá en las necesidades de quien usa auto, ni una
persona que usa la bicicleta para sus traslados urbanos considerará las mismas
prioridades que quien usa el transporte público.
Sin embargo, las capacidades humanas y presupuestales de
todos los gobiernos son limitadas y es necesario priorizar acciones que mejoren
la movilidad en los entornos urbanos.
Ante este reto, uno de los mayores consensos a nivel
internacional mantiene que, para mejorar se debe medir a través de la
recopilación de datos que permitan tener un panorama más objetivo sobre los
usos y necesidades de un entorno específico.
Los datos pueden ir desde aforos vehiculares y peatonales
hasta la medición de la calidad del aire y la contaminación sonora, incluyendo
censos arbóreos y la clasificación del espacio público; gracias a la innovación
tecnológica, hoy en día es posible obtener esta información y condensarla en
una misma plataforma: LIVINK.
En LIVINK es posible incluir diversos parámetros que
permiten tener escenarios reales para “jugar” con ellos y crear simulaciones
que permitan ver los cambios en la vía ante diversas intervenciones como
ensanchamiento de banquetas, reducción de velocidades, implantación de
ciclovías o aumento de velocidades y conocer, sin intervenir el espacio real,
cómo mejoraría o afectaría la movilidad en la zona estudiada.
Sin embargo, con los datos duros es complicado medir la
percepción de la gente: ¿las personas que transitan por el lugar se sienten
seguras?, ¿la calle es agradable u hostil?, ¿cuáles son las necesidades de
espacio público de quienes habitan y transitan por la zona?, ¿cómo explicamos a
la comunidad la necesidad de ciertos cambios que pudieran ser contrarios al
sentido común?
Toda esta información ayuda a generar una diversidad de
soluciones modeladas en una plataforma digital para elegir el escenario óptimo
y, así, intervenir temporalmente (urbanismo táctico) la zona de estudio; con
esto, se repite el proceso para conocer realmente el alcance de las
modificaciones y, al ser temporal, permite adecuar detalles a nivel de calle.
Una vez realizado todo el proceso, el resultado será una
intervención que funcione para todas las personas que viven y transitan por la
zona, tomando en cuenta sus necesidades y aspiraciones; pero a través de LIVINK
vamos un paso más allá: entregamos un proyecto ejecutivo para hacer los cambios
permanentes y supervisamos la obra.
Por último, mantenemos un proceso de evaluación sobre la
intervención para asegurarnos de los resultados.
Con LIVINK es posible realizar adecuaciones para mejorar la
calidad de vida de las comunidades tomando en cuenta tanto los datos duros como
la percepción de las personas, generando soluciones completas.